Esa palmera que se dobla,pero aguanta el huracán.

Suena el viento fuera. Las persianas se tambalean de vez en cuando,pero son igual que ella;a pesar de ser inestables en contadas ocasiones,al fin y al cabo,son fuertes. No deja de dar vueltas en la cama,moverse y cambiar de postura.Las doce,la una,las dos. Y allí sigue,despierta,cansada pero sin sueño;triste pero sin motivos.Mentira.Doble mentira.Si que había motivos,y no pocos.Todo en su vida en  los últimos dos meses,había sido efímero,todo menos ese sentimiento de angustia que sentía cada noche en su interior.Ni si quiera estaba triste.La gente triste llora.Y ella no lloraba. Y no porque no le quedaran lágrimas,no. No lloraba porque para llorar,algo te tiene que doler,y para que algo te duela,tienes que tener sentimientos,y ella hacía tiempo que no sabía lo que significaba esa palabra.

Cuando una persona está rota por dentro,se nota. Se nota en su mirada vacía,en la falta de expresión en su cara,en que va por la vida sin preocuparse por los peligros que pueden acechar.No toma decisiones porque no se para a examinar las opciones,no se da cuenta de que las cosas podrían ser diferentes,hace lo primero que le viene de frente.No esquiva las balas,porque ni siquiera se da cuenta de que vienen a por ella.Camina y camina.Camina sola,intentando encontrarse a a sí misma,tratando de recordarse hace unos años,acordarse de cómo sonreír sin motivos y ser feliz..pensando en dónde quedaron los restos de esa gran persona que solía ser. Ahora,solamente es fuerte,como las persianas blancas de su habitación.